Hay cientos de especies de tiburones, que en tamaño van desde el tiburón enano (de 18 cm) hasta el tiburón ballena (de 13 m), que habitan en aguas de los océanos y se alimentan de una gran variedad de especies. Contrariamente a la creencia popular, los tiburones no se alimentan de todo lo que se encuentran, sea lo que sea: muchos de ellos tienen presas específicas. Por ejemplo, el tiburón ballena, el mayor de los tiburones, se alimenta de plancton.
Aunque cada tiburón es único, todos tienen características comunes. Todos los tiburones tienen un esqueleto hecho de cartílagos, no de huesos. Esto les confiere una gran fuerza y maniobrabilidad sin peso. Su cuerpo está cubierto por pequeñas escamas con forma de diente, los dentículos, que se superponen unos sobre otros por todo el cuerpo, hacia la cola.  Por ello, si acariciamos un tiburón de la cabeza a la cola el tacto es suave, pero si lo acariciamos de la cola a la cabeza el tacto es áspero como un papel de lija. Estos dentículos los protegen y los hacen más hidrodinámicos, reduciendo la fricción en el agua.En México hay 111 especies de tiburones de las cuales sólo se considera a tres en peligro de extinción: tiburón blanco, tiburón ballena y tiburón peregrino.
En México no se tenía conocimiento sobre la existencia de grandes comunidades de tiburones blancos en sus aguas.
Ahora, el conocimiento de esta especie ha evolucionado gracias a los investigadores mexicanos, como es el caso de Mauricio Hoyos, biólogo de la UNAM y activista defensor de los tiburones blancos.
Él realizó una documentación exhaustiva de este depredador que más que verlo como un asesino, ayuda a equilibrar el ecosistema marítimo.
“Pensábamos que esta especie era rara en México, pero descubrimos que juega un papel importante en la zona occidental de Baja California, pues es su lugar de crianza, una especie de guardería de muchos bebés; la hembra los deja en aguas someras, con mucha comida y sin depredadores”, explicó el especialista.
Los turistas que desean ver un tiburones en vivo deben pagar unos tres mil dólares por persona en un viaje que dura cinco días.
Estas prácticas turísticas se empezaron a regular en 2005 cuando consideraron la Isla Guadalupe como una reserva de la biosfera y se declaró al tiburón blanco como una especie protegida.


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